San Pedro De Atacama

Llegada a San Pedro de Atacama sacado del diario del día 10 de febrero

Un día épico. De estos que te acuerdas toda la vida...

Ahora mismo estoy en mi cama calentito escribiendo esto en el Ipad, con una vela en la mesilla de noche, todo el pueblo está sin luz. No quiero irme a dormir sin anotar lo que ha pasado hoy.

Después de 24 horas seguidas de autobús, desde Valparaiso, sin paradas, a las doce y media de la madrugada he llegado a San Pedro de Atacama. Cuatro horas de retraso, lo normal.

Al llegar llovía. Es increíble, el lugar más seco del planeta, con menos precipitaciones medias que el desierto del Sahara, y hay una lluvia torrencial.

Del autobús bajamos cuatro pasajeros, un coreano y una pareja de Israelíes. Fuera del bus el suelo era de tierra, la lluvia formaba charcos enormes como pasa siempre en los lugares donde lo normal es el clima seco. Todo estaba oscuro, lo único que se veía era lo que iluminaban los faros del autobús. Trate de alejarme un poco a ver si se me acostumbraban los ojos a la oscuridad. IMPOSIBLE.

Había que actuar rápido, antes de que se marchara el bus y nos dejara a oscuras. Atacama es un pueblo de 3000 habitantes en medio de la nada y por lo que yo sabía mi hostal podía estar a varios kilómetros de donde me había dejado el autobús.

Opción 1 hablar con el coreano o con los Israelies. Descartada, estaban en estado de shock. No se esperaban llegar de madrugada, ni con lluvia, ni sin luz... se les veía en la cara que iban a tardar en reaccionar y que encima lo iban a hacer mal.

Opción 2 le digo al coreano si tiene linterna, me dice que si. Me preparo para lo peor, miro un poco la calle y veo que está inundada. Mi mochila empieza a estarlo también... De repente me acuerdo... tengo una idea...

Opción 3 me acuerdo que tengo el correo del hostal en el Ipad, tal vez tenga el teléfono... Lo tengo apuntado. Me acerco al conductor del autobus y antes de que se marche le digo si me deja el móvil, le hago entender que parte de la situación es culpa suya por llegar cuatro horas tarde. Llamo al del hostal y le digo si puede venir a buscarme.

Solucionado. De paso le digo al coreano que me iba a prestar la linterna si se viene, ya que no tenía nada reservado. De camino al hostal en el auto nos cuentan que hacía 15 años que no se recordaba una lluvia así.

En el hostal hay gente en recepción, no hay sitio en todo el pueblo y lo más que les pueden ofrecer es un sillón, el sofá y el suelo de la recepción (ahora mismo estoy escuchando los ronquidos de uno de ellos, un argentino gordo, mi habitación da cerca de la entrada). Por suerte yo tenía reserva desde hace dos días y tengo una habitación para mi solo.

Lo primero que hice al llegar fue ducharme.

Una cosa que aprendí en Sarajevo es que lo primero que se va con la luz es el agua, sin electricidad el agua no tiene presión y no sale del grifo. Para ducharme tenía que llenar el cuenco de las manos y lavarme poco a poco, zona por zona. No quería meterme en la cama sin estar limpio, hacía dos días que llevaba la misma ropa...

Tampoco quería acostarme sin escribir todo esto, ya que si dejas pasar el tiempo el recuerdo no es el mismo, te olvidas de algunos detalles o exageras otros. Para poder expresar la sensación exacta has de escribirlo en el momento. Así años más tarde cuando relea este blog me acordaré de lo bien que me sentí al entrar bajo techo en el albergue refugiado de la lluvia, y como me reí cuando al abrir el grifo no salía agua y de lo surrealista que era lavarse con las manos en un baño iluminado por una vela y como al de media hora me secaba con la toalla medio temblando y pensando que ni siquiera me había dado cuenta de que no había agua caliente. Y de como por fin a las dos de la mañana, recién acabada esta historia apagué la vela y me fui a dormir aprovechando que el gordo había dejado de roncar...

Un día genial, no puedo explicarlo pero estoy muy contento, ademas conseguí un anillo de plata de recuerdo de este día...

...pero esa ya es otra historia.